No nos prometan 10.000 “panes para hoy y hambres para mañana”

La semana pasada llamó nuestra atención la proposición “no de ley” presentada por el PSOE para el “retorno” de 10.000 investigadores en los próximos 4 años. En realidad, la propuesta no es novedosa. El mismo partido presentó una propuesta en todo similar el pasado mes de abril. Podemos, en su programa electoral también copian la idea (indexada con el número 36). Parece claro, pues, que es una idea (cifra incluida) que circula en ciertos entornos políticos.

Desde Ciencia con Futuro saludamos el lanzamiento de ideas, porque contribuyen a reanimar el debate. La Ciencia española necesita que se hable de ella. Pero un debate sobre medidas de recuperación de la Ciencia española requieren ideas bien preparadas y estructuradas. Y las propuestas de PSOE y Podemos no alcanzan el mínimo para poder ser comentadas: unos muy escasos párrafos de palabrería, una ausencia de cálculos económicos detallados o, en el caso de Podemos, poco más que un nombre (“Programa Margarita Comas”). Sin propuestas serias y detalladas lo que queda es publicidad: anuncios demagógicos para captar la atención (y los votos) de un sector social dramáticamente necesitado de reformas y financiación, pero sin intención de ofrecer soluciones.

Con esta entrada lo que sí pretendemos es iniciar ese debate necesario sobre las reformas insoslayables que se necesitan para evitar la sangría del sistema español de Ciencia.

Para entendernos es necesario comprender qué es la “carrera investigadora” en España. Un investigador la inicia al terminar su periodo de estudios. El primer paso es completar sus estudios mediante la realización de su Tesis Doctoral, periodo para el que, afortunadamente, habrá contado con un contrato laboral. Al terminar, el joven doctor se enfrenta a la búsqueda de financiación para el inmediato inicio de su carrera post-doctoral. El post-doc es un periodo de formación/especialización que, aunque no tiene una duración definida, en la actualidad se extiende sobre unos cuatro años. Para ello el joven doctor puede solicitar un puesto de Ayudante Doctor (universidades) / Sara Borrell (investigación sanitaria) / Juan de la Cierva (investigación en general), pero sólo si decide permanecer en España. Afortunadamente, en casi todos los estados europeos y norteamericanos hay programas públicos y privados que sí le ofrecerán financiación por ese periodo. En esos países, los laboratorios suelen tener suficientes fondos para contratar directamente a los candidatos de su interés.

Una vez pasados esos cuatro años, el investigador se considera completamente formado y puede aspirar a un puesto estable o incluso a formar su propio laboratorio. Para ello en España sólo existe una vía: opositar a Profesor de Universidad / Investigador en OPIs (organismos públicos de investigación). Ambos puestos están diseñados para crear nuevos laboratorios, por lo que si uno no quiere liderar debe optar a puestos técnicos para los que en principio no se requieren ni doctorado ni post-doctorado o depender eternamente de contratos temporales financiados por el laboratorio. La otra posible salida es emigrar.

Durante años este embudo ha asfixiado a la Ciencia española, mandando mucha gente fuera e implantando un modelo en el que cada laboratorio estaba formado por un único investigador alrededor del cual orbitan tal vez un post-doc y/o un técnico y un enjambre de estudiantes de doctorado. Los doctorandos son la única fuerza laboral que muchos laboratorios se puede permitir y, además, es la única que proporciona evaluación positiva al investigador líder, cuantificada por el número de tesis doctorales dirigidas. Como post-docs, técnicos o investigadores formados no aportan puntos al grupo, el investigador líder se ve desincentivado a contratarlos.

Para intentar rejuvenecer el sistema y mejorar su calidad, a principios del siglo XXI, el gobierno Aznar creó el programa Ramón y Cajal (RyC) para incorporar personal altamente formado, con particular énfasis en atraer investigadores españoles emigrados o investigadores extranjeros. Rápidamente, al programa le surgió una copia para investigación sanitaria: el Miguel Servet. Ambos programas se vendieron como tenure track positions. El tenure track es una especie de “oposición diferida” en la que, tras un largo periodo “en pruebas” (usualmente 3-5 años) y una serie de evaluaciones, se adquiere un puesto fijo en la plantilla de la institución. Contratos para investigadores, cinco años con promesa de estabilidad. ¿Les suena de algo? La política española siempre nos promete reinventar la rueda cada lustro o dos.

Lo que le pasa a un RyC por la cabeza. Crédito @AmebaCuriosa. Recogido de https://amebacuriosa.wordpress.com/2012/09/08/carta-de-un-ramon-y-cajal-a-un-espanol/
Lo que le pasa a un RyC por la cabeza. Crédito @AmebaCuriosa. Recogido de https://amebacuriosa.wordpress.com/2012/09/08/carta-de-un-ramon-y-cajal-a-un-espanol/

¿Por qué se vuelve a prometer algo que es en todo igual al RyC? Porque el RyC fue sólo un espejismo publicitario. Al principio se intentó mantener las formas. Se exigían solicitudes muy detalladas: no sólo tenías que indicar tus méritos sino plantear tus objetivos de trabajo durante los siguientes años, etc. En las últimas convocatorias sólo piden un curriculum vitae normalizado. El RyC es ya considerado un simple contrato post-doctoral, no un contrato para la incorporación de investigadores maduros. Los propios datos del ministerio reconocen su fracaso: tres cuartos de los beneficiarios del programa ya estaban trabajando en España en el momento de la concesión, el 40% de los solicitantes lo hacían para el centro dónde habían estudiado su doctorado (el ministerio no indica cuántos lo consiguieron). El programa RyC ha sido un fracaso a la hora de atraer investigadores de nivel a España, y en diez años no había alcanzado la cifra de 10.000 investigadores que se nos dice que ahora se contratarán en cuatro. También hemos sido testigos de cómo se incumplieron las promesas de tenure track: cómo, tras los cinco años y superadas las evaluaciones, se pedía a los investigadores que se volviesen a presentar a oposiciones (amañadas a su favor o incluso amañadas en su contra por oligarquías endogámicas en universidades y OPIs). Los casos más flagrantes llegaron a la prensa y a la red al terminar el periodo de la primera promoción. Las últimas promociones ya saben que no tienen la continuidad garantizada.

¿Qué aportan entonces estas nuevas propuestas? A la luz de lo publicado parecen simplemente “RyC segunda temporada”. Con una mentira demagógica descarada: denominar a un programa “de retorno” o “de recuperación” cuando la normativa europea lo impide. Lo que se diseña son programas “de incorporación” que están abiertos a todos los ciudadanos europeos que cumplan ciertos criterios (titulación, méritos etc.). Se puede acotar a personas que no residan en España, pero no se puede acotar a españoles. Siendo legítimo acotar la convocatoria a gente que esté residiendo fuera de España… ¿cuántos investigadores que ya están aquí deberán migrar al no poder presentarse? Sin un plan económico detallado no se puede saber si este plan pretende “desvestir a un santo para vestir a otro”. La segunda falacia son nuevamente las condiciones: ¡contratos de cuatro años! Justo hasta las siguientes elecciones: es el regreso del siglo XIX y sus cesantes en la administración pública. Y cuatro años ¿para qué?, no hay garantía de que se constituirán en un verdadero tenure track. Tampoco hay detalles de si las plazas vendrán con financiación para ejercer un trabajo científico de calidad (el saber ocupa lugar y cuesta dinero).

Muchos en la Ciencia Española piensan que los problemas son sólo de dinero: recortes. Eso es cómo decir que en 2008 todo iba bien… y no es así. La falta de carrera investigadora, el embudo de acceso, ha existido a lo largo del último medio siglo y si cuando había dinero se convocaban más plazas también había más aspirantes. La Ciencia Española necesita reformas además de dinero.

No nos prometan 10.000 retornados temporales sino reformen el acceso al sistema. Con nuestro tamaño se debería tender a la unificación de las convocatorias superando las actuales dispersas oposiciones y el programa RyC y asimilados. Acceder a Profesor de Universidad o a Investigador de los OPIs a través de un verdadero tenure track: cuatro años de prueba y evaluación para consolidación directa sin nueva oposición. Hacerlo así para todas las plazas financiadas con dinero público serviría para cortar de raíz la endogamia. Publicitarlas juntas y en convocatorias regulares, evitaría tener que depender de herramientas cómo wikiplazas. Proporcionar a los investigadores a prueba la financiación suficiente (según las áreas pueden necesitarse hasta 100.000€ por año e investigador) y salarios dignos, garantizaría la justicia del sistema. Unificar también los programas post-doctorales y los concursos para Ayudantes-doctor serviría para generar una movilidad real de los egresados. En esas condiciones se podría perfectamente reservar un cupo para investigadores no residentes en España.

No nos prometan 10.000 retornados precarizados, sino creen puestos para investigadores que no quieren liderar. En otros países son la columna vertebral del sistema: decenas de investigadores experimentados, con un único líder, enfocados en atender un tema en concreto y en formar a decenas más de estudiantes.

No nos prometan 10.000 “panes para hoy y hambres para mañana” y fomenten la contratación de personal de apoyo a la gestión de proyectos, a la transferencia de innovación y a la investigación, para facilitar la labor de los investigadores ya contratados y los que se vayan a contratar.

Somos gente de Ciencia, luchamos por un país serio. Merecemos propuestas serias.

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