TÉCNICAMENTE HABLANDO… El cuerpo de técnicos científicos ni se crea ni se transforma, SE DESTRUYE.

Técnicamente hablando, todo cobra mucha más credibilidad. 

Resulta llamativo cómo, en una conversación distendida entre amigos (y entre no tan amigos), se recurre a la ya nombrada muletilla que da título a este artículo para otorgar credibilidad al emisor. 

Y es que, cuando se apostillan datos bajo la “tutela” de esta frase se da por sentado que los comentarios posteriores prometen ser más precisos, rigurosos y fidedignos; lo que comúnmente llamaríamos “científicamente comprobados”. He ahí donde me gustaría llamaros la atención. Porque técnicamente hablando, la realidad no puede estar más lejos de eso. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una técnico es aquella persona que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte. En su sexta acepción, y refiriéndose al sustantivo como conjunto de procedimientos de los que se sirve una ciencia o un arte, se define la “técnica” como “pericia o habilidad para usar de esos procedimientos y recursos”, cualidades que, por deducción lógica, se le pueden atribuir a las personas que desempeñan este oficio.
Definición de "técnico/a" según la R.A.E.
Definición de “técnico/a” según la R.A.E.

Dicho todo esto, si trasladamos estos conceptos al campo de la investigación científica, la realidad dista mucho de la teoría. Y es que, dadas las definiciones anteriores, el trabajo técnico que se desempeña en los centros de investigación es una tarea altamente cualificada, donde se requieren profundos conocimientos de la técnica a desarrollar y que, además, dado que el trabajo técnico implica la repetición de la misma en diferentes condiciones, la experiencia es precisamente la que da el salto de calidad a la hora de la ejecución de la misma.

Por tanto, se da el caso en numerosas ocasiones que, lejos de recibir instrucciones por parte de los investigadores, son los técnicos especialistas los que asesoran y proponen mejoras en el diseño experimental de los proyectos de investigación. Bien es verdad que internamente muchos investigadores aprecian y reconocen el trabajo, pero eso no es suficiente para dignificar la carrera técnica investigadora. Por varios motivos:

1. Principalmente porque no existe tal carrera investigadora

Se presume que, precisamente por la naturaleza repetitiva del oficio, no existe capacidad de aprendizaje y de incorporación de nuevas prácticas. Laboralmente esto se traduce en un horizonte plano en referencia a la promoción laboral de este tipo de oficios.

Aunque es cierto que la mayoría de los Organismos competentes en materia de Investigación incluyen diferentes categorías profesionales del cuerpo técnico con respecto al nivel de estudios (Véase aquí el Capítulo IV, Art. 16 del II Convenio Único CSIC), esta clasificación no contempla categorías superiores a la de “Técnico Superior” destinada a aquellos técnicos que son Licenciados y/o Doctores. Esto en sí mismo impone un límite superior al crecimiento profesional de este cuerpo de trabajadores, impidiendo así el desarrollo técnico profesional, quedando abocado a permanecer en la categoría profesional que establezca su nivel académico.

2. Son pocos los organismos que destinan parte de sus fondos a este tipo de figura investigadora y, cuando lo hacen, las ayudas van destinadas a los centros de destino, no a la persona en sí. Véanse bases reguladoras de las convocatorias de ayudas del Programa nacional de Contratación e Incorporación de RRHH en el marco del Plan nacional de I+D+i – MINECO y  del Instituto de Salud Carlos III

Esto concretamente no está del todo mal si tenemos en cuenta que efectivamente, se ejerce en un centro de trabajo concreto; pero sí es limitante cuando el mismo centro para la misma plataforma no puede recibir la ayuda dos convocatorias consecutivas. Se deduce entonces que después de la duración del contrato conseguido, no se seguirá necesitando el soporte técnico proporcionado. Por lo que no existe una continuidad en la carrera técnica. Cabe mencionar que las ayudas del ISCIII se iniciaron 2008 y finalizaron su programa en 2012.

3. A la escasez de convocatorias para este tipo de figura científica, se suma la intermitencia de las mismas. Por lo tanto, sitúa este oficio en la precariedad más absoluta. Sirva de ejemplo el caso a nivel autonómico de las ayudas destinadas la contratación de personal para las Estructuras Centrales de Apoyo a la Investigación (ECAI) de la Junta de Andalucía. Éstas vieron la luz por primera vez en 2012, continuaron en 2013, no se convocaron en 2014 y sin embargo sí en 2015.


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Otro ejemplo bastante importante es el caso de los Técnicos de Apoyo a la Investigación contratados para un grupo de investigación concreto vinculados a proyectos. Esto supone otra vez falta de estabilidad y continuidad, dando que, como ya sabemos, las convocatorias de proyectos de investigación también son intermitentes y escasas, variando cada año en función del partido que gobierne y el déficit presupuestario. Y eso a pesar de que el trabajo de un técnico de laboratorio es, como puede comprenderse, estructural y no conyuntural, aunque se haya contratado mediante proyectos de investigación de duración determinada.

A pesar del “supuesto” reconocimiento de este oficio, dado que se trabaja para un colectivo de investigadores, resulta muy complicado o casi imposible realizar investigaciones propias y por lo tanto, llegar a alcanzar un perfil “competitivo”. Además, al prestar servicio a diferentes grupos de investigación la participación en los proyectos es siempre dudosa, genera ambigüedades y se presta a quedarse en el reducto de los agradecimientos; que están muy bien, pero que no son suficientes; siempre y cuando quiera optarse por una de las convocatorias anteriormente citadas, las cuales exigen en sus bases un perfil  desmesuradamente elevado para optar a ellas (Ej. Desarrollo de patentes, pertenencia a  comités, docencia, autoría de artículos, etc).

Desde Ciencia Con Futuro queremos darle la importancia que se merece este tipo de trabajo crucial para el desarrollo de la investigación porque, técnicamente hablando, sin ellos tampoco hay futuro.

Mª José Castro
Técnico Responsable del Servicio de Citometría de Flujo del Instituto de Biomedicina de Sevilla

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