La edad media de los investigadores del CSIC es de 46 años. Parece mucho, ¿verdad? A esa edad parece difícil que un científico tenga la frescura para crear investigaciones que generen nuevos conocimientos que contribuyan al impuso que la sociedad necesita y reclama. Pues asómbrense. Esa era la edad media de los investigadores del CSIC… en 1980.
A día de hoy, bien entrado el s.XXI, la edad media es al menos 53 años, como reconoce el propio presidente de la institución en el Plan de Actuación 2014-2017. Esto se debe a que se incorporan muy pocos nuevos investigadores, a pesar de que se pierden alrededor de 80 investigadores por año por jubilación, y los que lo hacen tienen edades siempre superiores a los 35 y normalmente por encima de los 40. Además, según CCOO, se espera una tendencia a empeorar, ya que cada año aumenta el número de investigadores que se jubilan. En el año 2017 alcanzarán la edad de jubilación 122 investigadores más.
Como estimaban en el blog La Ciencia y Sus Demonios, solamente una convocatoria sostenida de 200 plazas de científicos titulares durante cada año del período 2013-2025 bajaría la edad media por debajo de los 50 años y eso no ha sucedido ni tiene visos de suceder. De hecho, la cifra más alta de incorporación de científicos al CSIC de los últimos 7 años ha sido la de 2015, con 102 plazas (130 para todos los organismos públicos de investigación), y eso que estamos en año electoral.
Con las tasas de incorporación de los últimos años, el CSIC solo ha sido capaz de incorporar el 11% de los investigadores previstos en el Plan Estratégico anterior (2010-2013). Es más, ayer mismo nos enteramos de que en el último año se han perdido 3.000 investigadores más en España, con lo que la cifra desde 2010 asciende a 14.000. En definitiva, un completo fracaso.
En consecuencia, se ha producido un tapón en la incorporación de nuevos científicos al CSIC, que será difícil de liberar en mucho tiempo y que ha provocado que muchos jóvenes investigadores hayan optado por emigrar en busca de mejores opciones en el extranjero. A este exilio, el presidente del CSIC lo denominó “leyenda urbana”, lo que provocó la campaña #YoTambiénSoyLeyendaUrbana, promovida por investigadores emigrados.
Aunque para todos la situación es lamentable, es especialmente dramática para aquéllos que llegaron a conseguir un prestigioso contrato Ramón y Cajal. Este programa fue iniciado en el año 2001 para incrementar el personal científico doctor en los centros de investigación, evitar la fuga de cerebros y recuperar a los fugados en el pasado. El número de beneficiarios de este programa se ha ido reduciendo desde los 800 en el inicio del programa, hasta los 175 de las últimas convocatorias, amén de los años en que quedó en blanco como 2012.
Los beneficiarios del programa Ramón y Cajal eran doctores altamente cualificados, todos con estancias postdoctorales en centros de investigación de reconocido prestigio y muchos de ellos con extensa experiencia en el extranjero, que habían aprovechado el programa para volver a España. A estas personas se las contrataba durante 5 años, al cabo de los cuales había un compromiso de estabilización, que en muchos casos, no se cumplió. Aunque finalmente, según una encuesta de evaluación de 2010, el 85% de los beneficiarios terminó consiguiendo una plaza estable en el centro que los contrató bajo el amparo del programa, no siempre dicha estabilización se produjo automáticamente, y el 38% consideró que el número de plazas estables ofertadas había sido insuficiente.
A fin de compensar en cierto modo este incumplimiento, particularmente del CSIC, y con el propósito de incorporar a algunos de estos jóvenes científicos, en diciembre de 2014, el MINECO publicó la primera convocatoria de personal investigador doctor en la modalidad de Investigador Distinguido. Se trata de personal investigador doctor, con certificado del Programa de Incentivación de la Incorporación e Intensificación de la Actividad Investigadora (Programa I3), que sería contratado como personal laboral fijo, fuera de convenio. Para este programa se convocaron la friolera de 25 plazas para todos los organismos públicos de investigación, de las que 17 correspondían al CSIC. Hay que recordar que para obtener el certificado I3 era necesario:
- Estar en posesión del grado de doctor.
- Haber transcurrido como mínimo 6 años desde la fecha de obtención del doctorado.
- Tener una experiencia posdoctoral no inferior a 24 meses en Universidades o Centros de I+D, españoles o extranjeros.
- Satisfacer los requisitos de calidad de la producción y actividad científico-tecnológica que impliquen una trayectoria investigadora destacada, a los efectos del Programa. Junto al informe de la cuarta anualidad del contrato, establecido en dicho Programa, se evaluará si poseen una trayectoria investigadora destacada.
Pues bien, en la actualidad se están desarrollando los ejercicios de evaluación de estas convocatorias, que transcurren exactamente igual y con los mismos criterios de valoración que los concursos-oposiciones a Científico Titular, a pesar de que estos son contratos laborales, de los que se desconoce las condiciones al estar fuera de convenio, y los beneficiarios no serán funcionarios de carrera.
Esta convocatoria “extraordinaria” pretende poner un parche a la precaria situación de los Ramón y Cajal del CSIC, en clara desventaja frente a otros organismos de investigación como Universidad u otros OPIS. Esta desventaja se debe principalmente al obsoleto y jerárquico sistema de funcionamiento del CSIC en el que el investigador Ramón y Cajal debe incorporarse a un grupo de investigación que financie su contrato, y la posible subrogación de este durante un máximo de dos años, por lo que la independencia y poder de actuación del investigador contratado queda mermada a la merced del grupo receptor.
En definitiva, parches ineficientes para solucionar un problema que se viene arrastrando desde hace años y personal excelentemente preparado que entra en el sistema con edades en muchos casos cercanas a los 50 años. Esa es la juventud de la ciencia española, y en particular del CSIC. Al final, los centros de investigación van a acabar pareciéndose a Walking Dead, científicos zombies vagando por laboratorios y despachos vacíos.
Compañer@s:
Soy uno de esos investigadores zombies que mencionáis en vuestro post. Tengo 53 años y a mi edad de jubilación tendré 67. No se si en vuestros Centros, esos zombies dedican sus últimos 14 años de vida profesional a deambular por los pasillos sin aportar su creatividad y conocimiento pero os aseguro que en mi Centro no es así, ni nos lo podríamos permitir. Por lo tanto, cuidado con las generalizaciones.
Comparto con vosotros la percepción de la poca atención que nuestro país presta a la investigación, las bajas contrataciones de jóvenes y viejos investigadores, los bajos salarios y el errático discurrir de los programas de incentivación. Pero igualmente, estoy hasta las pelotas de que en muchos ámbitos, incluido el de la I+D, se sobrevalore la juventud despreciando la madurez con chorradas como la falta de frescura y de creatividad.
Chavalxs, soy ways, tenéis un flow que lo flipais, bebéis cerveza como cosacos y estáis todxs super buenxs. Aunque os falte un hervor y os “explicoteeis” regular, queréis ser los reyes de la pista arrinconando a los mayores. Estas también son generalizaciones injustas.
Reubicaros tíos y tías. En muy pocos años descubriréis que las cosas no son como pensáis y estaréis respondiendo con comentarios parecidos a éste a los que se dediquen a llamaros zombies.
Un abrazo.
<>
Hahaha bravo! 100% de acuerdo! Aunque ‘los reyes de la pista’ te ha quedao un poco pureta 🙂
Pero obviando el tono altivo de estos jóvenes, por otra parte tan característico de los jóvenes de todos los tiempos y lugares, de acuerdo también con el analisis de la situación del artículo y con su denuncia.
Joan, gracias por el comentario sobre “…los reyes de la pista”.
Te dejo alguna expresión más de esas que se nos escapan a los zombies:
http://www.zeleb.es/n/17-expresiones-viejunas-que-tendrias-que-borrar-de-tu-vocabulario-019679
Compañer@s:
Soy uno de esos investigadores zombies que mencionáis en vuestro post. Tengo 53 años y a mi edad de jubilación tendré 67. No se si en vuestros Centros, esos zombies dedican sus últimos 14 años de vida profesional a deambular por los pasillos sin aportar su creatividad y conocimiento pero os aseguro que en mi Centro no es así, ni nos lo podríamos permitir. Por lo tanto, cuidado con las generalizaciones.
Comparto con vosotros la percepción de la poca atención que nuestro país presta a la investigación, las bajas contrataciones de jóvenes y viejos investigadores, los bajos salarios y el errático discurrir de los programas de incentivación. Pero igualmente, estoy hasta las pelotas de que en muchos ámbitos, incluido el de la I+D, se sobrevalore la juventud despreciando la madurez con chorradas como la falta de frescura y de creatividad.
Chavalxs, soy ways, tenéis un flow que lo flipais, bebéis cerveza como cosacos y estáis todxs super buenxs. Aunque os falte un hervor y os “explicoteeis” regular, queréis ser los reyes de la pista arrinconando a los mayores. Estas también son generalizaciones injustas.
Reubicaros tíos y tías. En muy pocos años descubriréis que las cosas no son como pensáis y estaréis respondiendo con comentarios parecidos a éste a los que se dediquen a llamaros zombies.
Un abrazo.
<>
Hahaha bravo! 100% de acuerdo! Aunque ‘los reyes de la pista’ te ha quedao un poco pureta 🙂
Pero obviando el tono altivo de estos jóvenes, por otra parte tan característico de los jóvenes de todos los tiempos y lugares, de acuerdo también con el analisis de la situación del artículo y con su denuncia.
Se agradece lo de jóvenes, aunque algunos no lo seamos tanto. Se ve que mantenemos el espíritu. 😉
Joan, gracias por el comentario sobre “…los reyes de la pista”.
Te dejo alguna expresión más de esas que se nos escapan a los zombies:
http://www.zeleb.es/n/17-expresiones-viejunas-que-tendrias-que-borrar-de-tu-vocabulario-019679
Estoy haciendo el doctorado en un laboratorio en Burdeos, y aunque yo no llego a la treintena, tampoco me ha gustado ese primer comentario de que la gente más allá de los 50 años difícilmente tenga la frescura de proponer líneas de invesigación útiles para la sociedad. Al contrario, mi jefe y una investigadora adjunta de mi equipo rondan esa edad y no he conocido personas más creativas y que aporten más ideas al grupo. Diría que su recorrido y experiencia tiran del resto del equipo para seguir adelante. Precisamente creo que la gente con experiencia es lo más valioso que tiene un equipo de investigación y por lo tanto no se debe perder, es necesario que exista un relevo. Gente que aprenda de ellos y que sienten las bases para tener nuevas ideas. Efectivamente en España no se da oportunidad a la gente joven de aprender y mucho menos de labrar una carrera profesional científica y me parece una perdida de recursos (humanos) irremplazable.
Estoy haciendo el doctorado en un laboratorio en Burdeos, y aunque yo no llego a la treintena, tampoco me ha gustado ese primer comentario de que la gente más allá de los 50 años difícilmente tenga la frescura de proponer líneas de invesigación útiles para la sociedad. Al contrario, mi jefe y una investigadora adjunta de mi equipo rondan esa edad y no he conocido personas más creativas y que aporten más ideas al grupo. Diría que su recorrido y experiencia tiran del resto del equipo para seguir adelante. Precisamente creo que la gente con experiencia es lo más valioso que tiene un equipo de investigación y por lo tanto no se debe perder, es necesario que exista un relevo. Gente que aprenda de ellos y que sienten las bases para tener nuevas ideas. Efectivamente en España no se da oportunidad a la gente joven de aprender y mucho menos de labrar una carrera profesional científica y me parece una perdida de recursos (humanos) irremplazable.
He leído el artículo con atención, y en principio el fondo es incuestionable. El problema es que hay ciertos comentarios que pueden llegar a desvirtuarlo.
Soy uno de esos Ramón y Cajal olvidados por el CSIC, que ha ido cumpliendo todos los objetivos marcados y requeridos hasta que llegado el momento de la verdad, he llegado a la meta del abismo. A pesar de que todo el mundo reconoce que científicamente estamos preparados para incorporarnos al sistema de manera permanente, el problema radica en que no surgen oportunidades para que esto se pueda producir.
Volviendo al artículo, no es un problema el hecho de que haya investigadores de 53 años, al contrario, lo considero una necesidad. Espero seguir creciendo científicamente hasta el día que me jubile, y creo que eso es lo que ocurre. El problema real es que hay gente que se va que no es reemplazada. Esto hace que no entre gente joven y que la plantilla envejezca. Lo adecuado sería que se mantuviese un balance entre el número de investigadores de todas las edades, pues cada rango de edad tiene unas virtudes propias que deben ser aprovechadas. Es así de sencillo. Luego hay otro tipo de análisis paralelo y evidente, que es el relacionado con la planificación nula, que hace que después de estar invirtiendo durante 15 años para hacer crecer a un investigador y alcanzado un momento óptimo de experiencia y conocimientos, no se le ofrezca ningún tipo de posibilidad de seguir aportando algo al sistema. Esto lleva a que los investigadores jóvenes sin posición estable se vean en desigualdad frente a los que ya están incorporados. Hoy en día es más complicado investigar si tienes 15 años de experiencia y todo un curriculum impresionante a tus espaldas, que si acabas de terminar la carrera o el doctorado. Esto es así y debería remediarse aportando soluciones para todos, si no por el bien de la ciencia, al menos por el bien del dinero invertido durante tantos años.
Para terminar, me gustaría que no terminásemos atacándonos unos a otros por pertenecer a diferentes generaciones o simplemente por tener distinta posición dentro del sistema. La continuidad y solución a los problemas de los jóvenes (ya no tan jóvenes, en realidad) debe redundar en el beneficio de todos. Por otro lado, la aportación de la veteranía y la experiencia de los mayores (y no tan mayores, por aquello de los 53 años) resulta indispensable para el desarrollo de una ciencia de calidad. He podido comprobar que la gran mayoría de investigadores considerados “mayores” están de acuerdo en que la situación de la “juventud” actual no es justa. Todos vamos en la misma dirección.
Un saludo y ánimo para todos
He leído el artículo con atención, y en principio el fondo es incuestionable. El problema es que hay ciertos comentarios que pueden llegar a desvirtuarlo.
Soy uno de esos Ramón y Cajal olvidados por el CSIC, que ha ido cumpliendo todos los objetivos marcados y requeridos hasta que llegado el momento de la verdad, he llegado a la meta del abismo. A pesar de que todo el mundo reconoce que científicamente estamos preparados para incorporarnos al sistema de manera permanente, el problema radica en que no surgen oportunidades para que esto se pueda producir.
Volviendo al artículo, no es un problema el hecho de que haya investigadores de 53 años, al contrario, lo considero una necesidad. Espero seguir creciendo científicamente hasta el día que me jubile, y creo que eso es lo que ocurre. El problema real es que hay gente que se va que no es reemplazada. Esto hace que no entre gente joven y que la plantilla envejezca. Lo adecuado sería que se mantuviese un balance entre el número de investigadores de todas las edades, pues cada rango de edad tiene unas virtudes propias que deben ser aprovechadas. Es así de sencillo. Luego hay otro tipo de análisis paralelo y evidente, que es el relacionado con la planificación nula, que hace que después de estar invirtiendo durante 15 años para hacer crecer a un investigador y alcanzado un momento óptimo de experiencia y conocimientos, no se le ofrezca ningún tipo de posibilidad de seguir aportando algo al sistema. Esto lleva a que los investigadores jóvenes sin posición estable se vean en desigualdad frente a los que ya están incorporados. Hoy en día es más complicado investigar si tienes 15 años de experiencia y todo un curriculum impresionante a tus espaldas, que si acabas de terminar la carrera o el doctorado. Esto es así y debería remediarse aportando soluciones para todos, si no por el bien de la ciencia, al menos por el bien del dinero invertido durante tantos años.
Para terminar, me gustaría que no terminásemos atacándonos unos a otros por pertenecer a diferentes generaciones o simplemente por tener distinta posición dentro del sistema. La continuidad y solución a los problemas de los jóvenes (ya no tan jóvenes, en realidad) debe redundar en el beneficio de todos. Por otro lado, la aportación de la veteranía y la experiencia de los mayores (y no tan mayores, por aquello de los 53 años) resulta indispensable para el desarrollo de una ciencia de calidad. He podido comprobar que la gran mayoría de investigadores considerados “mayores” están de acuerdo en que la situación de la “juventud” actual no es justa. Todos vamos en la misma dirección.
Un saludo y ánimo para todos
Como otros han comentado antes que yo, lo de “A esa edad [46 años] parece difícil que un científico tenga la frescura para crear investigaciones que generen nuevos conocimientos que contribuyan al impuso que la sociedad necesita y reclama” me parece gratuito e incluso ofensivo. El resto del análisis creo que es acertado, pero desde luego no tiene nada que ver con la capacidad creativa de un investigador a partir de los 46.
Como otros han comentado antes que yo, lo de “A esa edad [46 años] parece difícil que un científico tenga la frescura para crear investigaciones que generen nuevos conocimientos que contribuyan al impuso que la sociedad necesita y reclama” me parece gratuito e incluso ofensivo. El resto del análisis creo que es acertado, pero desde luego no tiene nada que ver con la capacidad creativa de un investigador a partir de los 46.
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