En este 8 de marzo, desde Ciencia Con Futuro queremos poner nuestro granito de arena en reivindicar los derechos de las mujeres, y en especial de nuestras compañeras científicas. Muchas veces nos olvidamos de la presencia de las mujeres en la ciencia. Sin embargo, es uno de los sectores en los que la mujer tiene mayor dificultad para alcanzar los puestos más altos y en el que sus méritos menos se reconocen. Si preguntamos a cualquier ciudadano por el estereotipo de científico/a, la respuesta será un hombre blanco mayor y con bata blanca. A pesar de ello, la ciudadanía media difícilmente reconoce más allá de un puñado de científicos varones, y habitualmente, nadie sabría decirnos nombres de científicas, salvo Marie Sklodowska Curie (a la que además todos conocemos por el apellido de su marido). Además, a pocas de estas mujeres se las emplea como modelos de igualdad en la sociedad, a pesar de que son luchadoras de la igualdad, tal y como pudieron haber sido otras muchas en otros sectores y que han abierto camino.
A día de hoy siguen dádose situaciones extremadamente discrimatorias en el sector científico, como que en los últimos diez años solo cinco mujeres hayan recibido el Premio Nobel de Medicina, una el de Química y ninguna el de Física, por diecisiete, veintidós y veintitrés hombres. La discriminación alcanza el grado de indignación cuando las mujeres reciben inexplicables descalificaciones por representantes de la ciudadanía en el Europarlamento, como ocurrió recientemente.
Sin embargo se están empezando a dar pasos que invitan a pensar en que un cambio es posible. Películas como Figuras Ocultas, plataformas como Mujeres con Ciencia, y actos como los celebrados el 11 de febrero en el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, e incluso pequeñas acciones como este vídeo de Microsoft que os dejamos más abajo, contribuyen a la visibilización de la gran cantidad de modelos de mujeres que se han dedicado a la ciencia, pero que permanecen ocultas en páginas perdidas de la historia.
Mujeres como Vera Rubin, Ada Lovelace, Barbara McClintock, Irène Joliot-Curie, Margarita Salas, Rita Levi-Montalcini, Dorothy Hodgkin, Hedy Lamarr, Emilie du Châtelet, Grace Hopper, Marie-Ann Paulze Lavoisier, Inge Lehmann, Hypatia de Alejandría, Teano o María Agnesi, por citar algunos ejemplos de muchas, muchas científicas de cuyas vidas y trabajo no sabemos casi nada.
Estamos seguro/as de que si estos modelos se visibilizaran, las niñas y mujeres dejarían de pensar que no son útiles para la ciencia y ocuparían el espacio que les corresponde. Si muchas otras lo han conseguido, ¿por qué no todas? Para que esta situación cambie tenemos que actuar desde la base, y nos parece que la mejor forma es acercar la ciencia a las niñas y los niños.
Por supuesto que, además, hay mucho que hacer en cuanto a la conciliación en este sector, pero en este sentido la ciencia es muy similar al resto de sectores (las mujeres suelen ser las responsables de cuidar de los hijos y familiares – reduciendo mucho las horas posibles que pueden dedicar a su promoción laboral) pero es muy posible que cuantas más sean, más fácil será romper el techo de cristal y hacerlas visibles.