Que la conocida como “Ley de la Ciencia” (Ley 14/2011) necesita una reforma en profundidad es algo en lo que toda la comunidad científica está de acuerdo. Por esa razón, a finales del 2020 el Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN) inició una consulta pública a fin de recoger ideas para dicha modificación. En todo momento el MICINN ha puesto el foco en un aspecto crítico, la creación de una carrera profesional predecible, transparente y que permita la estabilización del personal científico. De todos es conocida la precariedad laboral en la que se encuentran la mayoría de los investigadores en nuestro país, para los que la etapa postdoctoral se alarga sin fin con enormes dificultades para acceder a la estabilización. La razón principal es la escasez de oferta. Esto ha provocado que muchos trabajadores, con años de experiencia y formación a sus espaldas, vean imposible tener un contrato estable. Por poner un ejemplo, en 2019, la edad media de aquellos que conseguían una plaza de científico titular en el CSIC era de unos 43 años. Si de media se acaba la tesis con unos 30 años, hagan cuentas del número de contratos que hay que encadenar para llegar a una plaza, si es que se llega.
Para remediar esa situación, se han planteado muchas soluciones. Una de ellas han sido los procesos de estabilización que la administración pública ha puesto en marcha en CSIC y otros OPIs, obligados por la normativa europea, y que siguen en proceso de negociaciones. Pero la solución a largo plazo pasa por cambiar el sistema desde su base, modificando la Ley de la Ciencia. Lamentablemente, por lo que vamos sabiendo de la reforma que plantea el MICINN, no parece que la situación vaya a cambiar a mejor. Los principales cambios se centran en dos puntos fundamentales: la creación de una nueva figura de “tenure track”, y la modificación del sistema de acceso a plazas de funcionario. Según se va sabiendo y ha difundido el propio ministro Pedro Duque, estos son algunos de los aspectos que pretende implantar el MICINN:
- Creación de un “contrato de consolidación”. Se trataría de un contrato laboral “fijo”, fuera de convenio y con una evaluación el 4º año de contrato. Para conseguir dicho contrato habría que pasar dos fases, una de concurso (mediante evaluación por parte de la agencia, sin clarificar criterios o si será como el I3) y, si se pasa dicho concurso, se deberá realizar una oposición (sin clarificar todavía las características). Por lo que se refiere a la evaluación, si es negativa, se acaba el contrato. Pero, si es positiva, la institución correspondiente puede decidir si le interesa seguir con el contrato…o no. Y si lo renueva, nos encontraremos en la misma situación cuatro años después.
- Para facilitar la promoción de esta figura de tenure track se permitirá su promoción interna directamente a la escala de Investigadores Científicos y Profesores de Investigación.
Hasta aquí se pueden hacer varias críticas, como la ausencia de concreción sobre los criterios que se exigirán para acceder a estos contratos o en su evaluación, o el dejar finalmente en manos de la institución si sigue el contrato o no y en base a qué criterios, incluso en caso de evaluación positiva, sin al parecer ninguna otra condición o mínima seguridad. ¿Dónde está la estabilización si, incluso con evaluación positiva, la institución puede decidir no seguir con el contrato? ¿Qué ocurre con aquellos científicos a los que la institución no ha renovado el contrato o no han pasado la evaluación, que opciones tienen?
Pero no se vayan que queda lo mejor: Esta figura de tenure track se plantea como sustituta de la figura de Científico Titular (plazas de funcionario que implican la primera figura estable realmente en la actualidad y la única posibilidad de estabilización hasta hoy para la mayoría de los científicos en España). La idea sería declarar la figura de científico titular a extinguir y que solo se convoquen plazas de tenure track, siempre en forma de laboral indefinido “no fijo” y a renovar cada cuatro años. Además, según recoge el informe de la COSCE, se plantea también eliminar los contratos Ramón y Cajal. Por último, la nueva ley se olvida de aquellos investigadores que, mediante oposición, consiguieron una plaza de Investigador Distinguido, figura casi idéntica a la de tenure track que se pretende implementar ahora y que se quedarán en un limbo sin aparente solución por parte de MCINN.
Es decir, para aumentar la estabilidad, se pretende eliminar plazas de funcionario, por plazas de laborales fijo, que pueden ser despedidos incluso con una evaluación positiva, con unos criterios de acceso y evaluación que todavía están por definir. Lo más “gracioso” del asunto es que, desde MICINN, aseguran que así se fomentará la atracción y retención del talento. Este país está lleno de científicos con talento, muchísimo, que llevan años trabajando en situación precaria. Pero la ciencia no es sólo vocación, es un trabajo del que viven muchas familias. El talento se retiene con ofertas laborales competitivas, con una buena oferta. Necesitamos fomentar un sistema estable, con alternativas para los diferentes perfiles de investigadores que existen, todos ellos válidos y con talento, y que asegure y determine con criterios claros y justos la carrera científica en este país.
A día de hoy, no sabemos si esto es algo ya decidido o cabe alguna modificación en las discusiones que se llevan a cabo en las distintas mesas de negociación. Aunque, por las primeras impresiones de los sindicatos, parece que el MICINN no está dispuesto a modificar mucho de las líneas maestras de la nueva ley. De ser definitivo, nos parecen muy malas noticias que no van a contribuir a mejorar las condiciones de nuestros investigadores. Quizá la presencia de representantes de esos investigadores afectados en las mesas de negociación podría ser una buena idea. En cualquier caso, parece que la reacción de la mayoría de los científicos ante lo que se sabe de la nueva ley no es muy favorable.
Desde Ciencia Con Futuro hemos defendido siempre la necesidad de una profunda reforma del servicio público de ciencia e innovación. Creemos imprescindible abordar el tema de la precarización y la endogamia en el mismo, generando un sistema de carreras profesionales que permitan una progresión selectiva en el mismo, la configuración de plantillas competitivas que den masa crítica a los grupos y se ponga en valor el conocimiento más allá de la falsa ecuación: doctor-jefe de grupo-funcionario. Entre las posibles soluciones planteamos:
● Separar el proceso de estabilización del de calificación como investigador principal. De esta manera los investigadores se incorporarían a las plantillas estables (laboral o funcionarial) al principio del periodo de tenure (después de un postdoc). Una evaluación continua tendría como consecuencia que, de ser negativa, ese investigador vería cortada su posibilidad de solicitar proyectos a su nombre… quedando integrado como investigador en otros grupos de la institución.
● Puesta en marcha de las carreras paralelas de soporte científico-técnico y gestión científica-administrativa con escalas bien delimitadas para evitar el intrusismo desde arriba de doctores ocupando puestos de menor formación. Pero también reconociendo, por primera vez en la administración pública, que existen funciones fuera de los grupos de investigación que deben/pueden ser realizados por doctores.
Además de estas medidas, y otras que se están proponiendo desde otros colectivos, hay un hecho que domina toda la situación, la escasa financiación. Hay muy pocas plazas para investigadores predoctorales, poquísimas para las distintas etapas postdoctorales y aún menos para plazas realmente estables. Si el MICINN quiere mejorar la carrera científica y adelantar la estabilización de los investigadores hay que invertir mucho más que ahora. Señor ministro, doble el presupuesto para proyectos de investigación, para plazas Juan de la Cierva, Ramón y Cajal y para la oferta pública de empleo y verá cómo disminuye la edad de estabilización sin necesidad de inventar figuras nuevas con menos derechos. Está claro que los problemas de la I+D en España no son solo de falta de recursos (burocracia, endogamia, etc) pero sí que es uno de los principales factores para determinar la carrera investigadora.