El 8 de Marzo es el día internacional de la Mujer. La UNESCO este año reconoce la importancia de la mujer en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (en inglés STEM) como pilar fundamental para el cambio social en general, y para promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en particular. Sin embargo la situación actual de la mujer en ciencia no la favorece y está muy lejos de vehicular dicho cambio. Las mujeres están infra-representadas de manera severa en todos los sectores científicos y en particular en posiciones estratégicas de responsabilidad y de toma de decisiones.
La falta de equidad en STEM es un problema enorme del cual todos los que nos dedicamos a la ciencia deberíamos ser conscientes. Sin embargo no existe aún dicha conciencia, ni tan sólo respeto, y se vulneran con frecuencia los derechos de las mujeres. La proporción de mujeres baja según se asciende en la carrera científica, a pesar de que las mujeres obtienen el 65% de los grados universitarios y más del 45% de los doctorados. La brecha de género tiene un máximo tras la etapa posdoctoral en la transición a investigador independiente tipo Ramón y Cajal, que posiblemente coincide con la edad a la que muchas mujeres deciden ser madres, evidenciando problemas de conciliación trabajo/familia. Y alcanza un “techo de cristal” en edades más avanzadas, posiblemente asociado a la poca representación de mujeres en puestos de responsabilidad y directivos como catedráticas de universidad y profesoras de investigación. Esta tendencia, común a los 28 países que forman la Unión Europea, no ha mejorado y se mantiene estancada.
Fuente: Datos del informe de la Comisión Mujer y Ciencia del CSIC 2016.
A pesar del potencial de mujeres científicas y técnicamente preparadas, el mundo de la ciencia y la tecnología es todavía muy masculino. Como explica Cecilia Castaño, Catedrática de Economía Aplicada, Universidad Complutense de Madrid, “En ciencia como en otros sectores productivos de nuestra sociedad, predominan prejuicios y estereotipos, culturas y estructuras de poder y dominación, que se legitiman en la búsqueda de la excelencia -queremos a los mejores- y el talento – el que vale llega-, y la cultura de dedicación full time -24 horas/7 días a la semana. Sin embargo, estas definiciones de innovación y progreso las establecen las élites masculinas, que aplican códigos de conducta y valores masculinos que dificultan el acceso de las mujeres a los ámbitos desde los que se está diseñando el futuro de la humanidad”. Esta concepción de la innovación y el progreso no sólo es una rémora para las mujeres científicas, también para los hombres, y va en serio detrimento de la ciencia y el avance en el conocimiento . Numerosos estudios demuestran la necesidad de un cambio de modelo que revierta las cifras de mujeres activas en ciencia, de inculcar unos valores en la innovación más compartidos, y sociales, más allá de una innovación meramente tecnológica, para poder abordar los retos a los que se enfrentan nuestras sociedades modernas.
Una barrera clave para la igualdad de género es la falta de paridad en la toma de decisiones que ejercen y se perpetúa en instituciones científicas y agencias financiación. Esto se debe, en gran medida, a que existe un androcentrismo científico que retroalimenta estas estructuras. Pongamos como ejemplo, el hecho de que las mujeres están extremadamente infra representadas en los premios científicos. En los dos últimos años los premios Nobel de las categorías científicas no han galardonado a ninguna mujer, y el último en ninguna categoría. El 91% de los galardonados por los Premios Rey Jaime I entre 2009 y 2014 fueron hombres. Los Premios Fronteras de la Fundación BBVA entre el 2008-2016 corresponden a 61 hombres y 3 mujeres. Ni para los organizadores de congresos, ni para los paneles de revisión de proyectos y de revistas científicas, ni tampoco para la prensa general. Como dice María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, todo está relacionado “Menos mujeres en puestos de responsabilidad, menos mujeres en jurados, menos mujeres cuyo trabajo se reconoce”.
Las instituciones en ciencia deben analizar de manera consciente y en profundidad sus políticas y prácticas internas. Deben elaborar informes sobre su “statu quo” en materia de igualdad, identificar los impactos que tienen sus políticas y prácticas en la vida personal y el futuro profesional de las mujeres y establecer una hoja de ruta con objetivos a corto y largo plazo para corregirlas. Estas acciones deben emprenderse de manera local, con la ayuda y asesoramiento de expertos en materia de género, y extenderse a nivel estatal mediante el establecimiento de redes de centros, núcleos de presión interconectados que intercambien información y recursos.
Un ejemplo es la guía elaborada por “Science Europe” de prácticas de mejora en igualdad en las instituciones de investigación. En UK hace tiempo que existe la iniciativa de dotar a los centros con distintivos de igualdad, y que dicho distintivo sea un criterio clave para la excelencia científica.
En España aún estamos lejos de implementar iniciativas de ese tipo. Aún nos cuesta hablar con libertad sobre la discriminación de la mujer en el día a día en nuestros centros. Y sobre el acoso sexual y laboral que se da sobre las mujeres en el ámbito laboral científico, que se ningunea y se tolera desde los puestos de poder. Estamos muy lejos de implicar a los hombres en la lucha y también a algunas mujeres, no solo de que formen parte de las reivindicaciones, sino tan solo de respetarlas. Algo que parece obvio a estas alturas, respeto. Y estamos, a años luz de que nuestras instituciones den un paso al frente y lideren un cambio en las políticas de igualdad en ciencia. Y en caso de iniciarlas, no lo hagan sólo de cara a la galería. Pese a las cifras, contundentes y objetivas, no existe una voluntad clara de enfrentarse a los retos que previenen a las mujeres acceder y participar de manera plena en la ciencia.
Las instituciones, junto con las mujeres y los hombres que trabajamos en ciencia debemos luchar unidos por la EQUIDAD en las carreras científicas, IGUALDAD en los salarios y PARIDAD en la toma de decisiones. Debemos romper con el androcentrismo científico. Y perseguir y denunciar cualquier agresión contra las mujeres. Vamos a empezar ya, sigamos visibilizando las cifras y creando opinión. Hagamos del 8 de marzo una lucha continua que dure los 365 días del año. Empecemos preguntando a nuestros representantes, nuestros centros y a nuestras instituciones, ¿cuál es nuestra/su posición respecto a la huelga feminista del 8M?
Desde Ciencia Con Futuro apoyamos las movilizaciones planteadas para este 8 de Marzo, incluida la huelga feminista convocada y promovida por diversos sindicatos y asociaciones. De la misma manera, instamos a todas las personas, y en especial a las mujeres de los centros académicos y de investigación, que se sumen a la movilización y al paro (de 24 o de 2 horas) en la medida de sus posibilidades y circunstancias. Instamos así mismo a la participación activa de las instituciones de investigación y su apoyo a todas las actividades que se organicen para la huelga feminista. Porque, desgraciadamente, los datos objetivos y contundentes están ahí y es hora de promover cambios duraderos que nos ayuden a alcanzar una verdadera igualdad.