Hace ya unos meses que nos topamos con la sorpresa de un nuevo gobierno de España y un poco más tarde con la creación de todo un nuevo y flamante Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Más sorprendente aún fue la elección como ministro de Pedro Duque, ingeniero, científico y astronauta. La creación de un ministerio independiente dedicado a Ciencia y la salida del de Economía había sido una petición reiterada por la comunidad investigadora. La experiencia había confirmado que, dentro de un departamento con tanto trabajo, el sistema de I+D+i quedaba totalmente diluido, cuando no ignorado. La fusión ni generó las sinergias esperadas (poner la Innovación al frente de un cambio de modelo económico) ni permitió la gestión normal del sistema. Desde Ciencia Con Futuro no podemos más que congratularnos de la creación de este nuevo ministerio, esperando que con este gesto la Ciencia y la Innovación recuperen el protagonismo que creemos que debe tener. Los hechos nos dirán si las ilusiones vertidas se ven recompensadas con los necesarios cambios y mejoras que el sistema de I+D español en su conjunto necesita. En principio también es muy positiva la puesta al frente de este ministerio de una persona con el bagaje profesional de Pedro Duque, no tanto por su obvio perfil mediático, sino por su trayectoria en favor de la Investigación, la Innovación y la Divulgación. Por otro lado, se ha hablado poco aún de la integración de la gestión universitaria en el ministerio de Ciencia, separada del resto de la educación formal. Tanto por sus particularidades, como por ser el sostén de la mayoría de la investigación realizada en España, nos parece en principio adecuado y veremos en qué se concreta.
Dicho esto, desearíamos que estos cambios fueran un punto de inflexión para la deriva del I+D+i en España. Estos últimos años han sido duros e infructuosos, pero nos han permitido no solo protestar contra la deriva de recortes y desmantelamiento, sino también vislumbrar y proponer cambios necesarios en nuestro sistema de I+D. Nuestra preocupación, que creemos es compartida por el resto de la comunidad científica, es si este nuevo gobierno será capaz de dar los pasos necesarios para revertir el daño causado y, quizás más importante aún, garantizar un sistema transparente, transformador y sostenible en el tiempo. De entre las muchas cuestiones por resolver, queremos hacer aquí una recopilación de las que nos parecen más acuciantes, haciendo un llamamiento a las nuevas autoridades para que se pongan manos a la obra y den los pasos necesarios para conseguir una sociedad y economía basada en el conocimiento. También queremos dar finalmente una somera valoración de algunas de las medidas que ya se han puesto en marcha en estos meses de funcionamiento.
- Una financiación de la I+D estable y suficiente, no más falsas subidas de presupuestos en I+D+i: En los últimos años, los presupuestos generales del Estado han mostrado ligeros incrementos en I+D+i. Sin embargo, esas subidas reflejan una falsa realidad, ya que el incremento se produce en la partida de fondos financieros (créditos blandos a disposición de empresas o instituciones que deben devolverse en un cierto tiempo) que generalmente no se consumen. Por contra, la partida de fondos no financieros, no sólo no aumenta, sino que sigue disminuyendo y, en conjunto, cada año encontramos que se reduce la proporción de presupuesto ejecutada. Año tras año, gran parte del presupuesto asignado para la I+D+i se queda sin utilizar, llegando al 66% en el último ejercicio. De hecho, en ocasiones, ni siquiera se gasta parte de las subvenciones no financieras, bien por incumplimiento de plazos o por excesivas trabas burocráticas, tal como sucedió en el año 2016, en el que se dejaron de gastar más de 200 millones de euros. Por eso sería deseable que las posibles y prometidas subidas en el presupuesto de I+D se centrasen en la parte NO financiera, a la que tienen acceso la mayoría de los investigadores e investigadoras y los grupos de investigación, tras concurrir a convocatorias transparentes, y con unos requisitos justos y lógicos. El aumento sólo, o sobre todo, de la parte financiera, seguirá redundando en el estancamiento de la ciencia pública y la investigación en las Universidades, con difícil acceso a esos créditos.
- Un sistema de gestión menos burocrático, más transparente, y que no recaiga en los hombros del personal investigador. Es ya un clamor entre los investigadores, las instituciones y sociedades científicas la necesidad de rebajar la carga burocrática en la gestión financiera y administrativa de los proyectos de investigación. Esta ha aumentado exponencialmente en un contexto de falta de personal administrativo en los centros. La debida rendición de cuentas y transparencia no debe estar reñida con la eficiencia. Debemos pensar que el tiempo que un investigador está dedicado a resolver cuestiones burocráticas no está empleado en investigar los retos científicos a los que se enfrenta, y que la sociedad les ha encomendado.
- Una carrera investigadora clara y definida que promueva la estabilidad y progresión laborales. La inexistencia de una carrera definida, predecible y estable para el personal científico, investigadores y técnicos, provoca su marcha definitiva hacia otros países con mayor inversión en I+D o su desvalorización sistemática. La consecuencia es la pérdida de personal formado durante años bien por su marcha al extranjero o a otros cuerpos de la administración clásicamente más reconocidos aunque también maltrechos en los últimos años (sanidad o educación). Este problema se ha agudizado en los últimos años, dejando la investigación en manos del poco personal que queda en los centros, haciendo que la continuidad de las investigaciones sea prácticamente imposible, bien sea por falta de financiación o por falta de personal.
La continuidad y estabilidad laboral del personal científico debería ser una prioridad para este nuevo ministerio, ya que su ausencia conlleva una importante pérdida de competitividad. Formar equipos y captar financiación requiere cierto grado de estabilidad que un gran número de investigadores en su pico de productividad aún no poseen. Llevar a cabo una investigación de calidad pasa por poseer un personal altamente cualificado, en continua formación y duradero en el tiempo, que permita desarrollar las técnicas previstas de manera fluída y sin intermitencias. El nuevo Estatuto del personal investigador en formación (EPIF) en construcción puede ser un principio, pero necesita ser complementado con medidas más ambiciosas que cubran la carrera investigadora en su totalidad.
- Una política de I+D+i estable, fuera de ciclos electorales. Sabemos que en la actual coyuntura política, y en consonancia con la tradición de la clase política española, pedir consensos de estado y planes estratégicos que superen la legislatura es un brindis al sol. Pero sinceramente pensamos que una política de I+D+i estable no es una opción, es una necesidad si verdaderamente queremos contribuir de forma positiva a una sociedad y economía basada en el conocimiento que nos enriquezca a todos. Los esfuerzos deben ir enfocados hacia este objetivo.
- Una reforma estable del sistema de acceso y acreditación que permita a la Universidad realizar una transición a un modelo basado en el mérito, la capacidad y la igualdad de oportunidades. Creemos en la necesidad de caminar hacia un modelo para el acceso al cuerpo de profesores e investigadores de plantilla de la Universidad con criterios de acreditación claros y estables, máxima publicidad en cada concurso, eliminación de los perfiles con candidato único en las plazas y puestos de trabajo públicos adjudicados en base a los principios de igualdad de oportunidades, mérito y capacidad. En este enlace se puede consultar el artículo donde analizamos más en detalle la inestabilidad y la endogamia en la universidad española.
- Una política activa de divulgación científica que contrarreste la deriva pseudocientífica en la sociedad y estimule el pensamiento crítico y la vocación científica. Los últimos estudios sociológicos sobre percepción de la ciencia muestran resultados potencialmente alarmantes, con un desconocimiento creciente sobre fenómenos que gobiernan nuestra vida diaria, como son los relacionados con la salud. Necesitamos a nuestro juicio una apuesta institucional decidida por la divulgación científica y la promoción del espíritu crítico. Esta debería aspirar a llegar a toda la sociedad, no solamente a la minoría ya interesada, y permear los medios públicos de masas como la televisión y la escuela.
Desde Ciencia con Futuro queremos solicitar una reunión con el nuevo ministro de Ciencia, Innovación y Universidades para entender mejor sus objetivos sobre estos problemas y plantear nuestra visión sobre las necesarias reformas que requiere el Sistema Español de I+D+i. Creemos que hay que ir más allá de lo anunciado hasta ahora: más presupuesto (menos sería imposible), más contratos predoctorales y de primer postdoctoral (una medida positiva pero cuestionable cuando lo que estamos perdiendo es a la generación que se doctoró a finales de la década pasada, que ha ido sobreviviendo en la precariedad y que tiene un futuro incierto) y menos burocracia (lo que es un alivio, pero no suple la carencia de personal técnico y de gestión en los OPIs). Algunas de las medidas puestas ya en práctica son un paso en el buen camino, como son el adelanto de la convocatoria de proyectos de investigación para no quedarnos (otra vez) con un año en blanco, o las recientes medidas para facilitar la atracción de investigadores extranjeros. Queda sin embargo mucho por hacer. Y urge ponerse a la tarea.
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