Desde que el pasado 2020 comenzara la peor crisis sanitaria del siglo, y especialmente durante esta inesperada campaña electoral, la administración de la Comunidad de Madrid se ha presentado como motor de la recuperación económica y social para impulsar la vuelta de la prosperidad en España. Asimismo, defiende que tiene un modelo económico fuerte y sostenible. Pero, ¿Qué hay de realidad en esta afirmación?
Nadie duda de que Madrid posee una economía fuerte que le permite ser uno de los principales motores de la economía española, y atraer talento de otras muchas regiones. De hecho, en los últimos años ha aumentado su PIB hasta alcanzar el 19,3% del total español, absorbiendo incluso parte de la actividad de las regiones colindantes. Quizá nos genere más dudas la sostenibilidad y la presencia de un plan real a largo plazo.
Si se analiza en profundidad los principales sectores económicos de la región, se puede comprobar que la principal actividad de la Comunidad de Madrid es la prestación de servicios (sector que representaba en el 2014 el 75% del PIB regional). En este sector la Comunidad de Madrid tiene una gran ventaja respecto al resto de comunidades autónomas, por ser la capital de España y centralizar una gran cantidad de organismos nacionales e internacionales, atrayendo así a las sedes centrales de las grandes empresas. Todo esto favorece y atrae talento y oportunidades. Sin embargo, tenemos que preguntarnos ¿Qué pasa con el resto de sectores? E incluso, en un sentido más profundo ¿Cuál es la sostenibilidad a futuro de una economía dependiente fundamentalmente de un único sector? La hostilidad de la actual administración a implementar reformas económicas que cuentan con amplios consensos dan muestra de esa fragilidad económica de la región capital.
Después de la última crisis económica del 2008 y de los problemas económicos que llevan aparejados una crisis sanitaria como la actual (que minimiza el turismo y el consumo fuera del hogar), deberíamos pensar la sostenibilidad y el futuro de la economía. Es importante comprender si es lo suficientemente estable y fuerte como para afrontar los distintos retos a los que nos vamos a enfrentar como sociedad . Alguno de estos retos son muy evidentes y muy avisados, como el cambio climático, y algunos otros que podríamos intuir después de los últimos años, como futuras pandemia y posibles crisis económicas, como la ocurrida hace 13 años, y de la que aún no nos habíamos acabado de recuperar.
El modelo económico que se ha fomentado en la Comunidad de Madrid, está basado en la economía especulativa, los movimientos de capital y en la bajada de costes. Es por tanto imprescindible explorar si es sostenible a largo plazo o si de verdad es lo suficientemente fuerte como para presentarse como la impulsora de la vuelta de la prosperidad en España, o si se debe plantear como un modelo que seguir en toda España .
Para que las economías sean resistentes y puedan adaptarse a los distintos retos a los que se enfrenta una sociedad deben estar compuestas por diferentes sectores de una manera equilibrada (de manera que si una crisis afecta a un sector la economía no se vea completamente afectada). En este aspecto ya hemos visto que Madrid depende demasiado del sector servicios que representa tres tercios de su economía. Un sector, por lo demás, que se ha mostrado poco innovador en los últimos años… centrado en el abaratamiento de costes frente a la generación de servicios de mayor valor.
Por otra parte, la presencia de sectores e industrias basadas en el conocimiento permite desarrollar nuevas tecnologías para afrontar los distintos retos a los que se enfrenta. Además de hacer a las empresas más competitivas a través de dichas innovaciones y favorecer la adaptación de la economía. En este ámbito, Madrid presenta algunas ventajas evidentes para poder desarrollar una industria basada en el conocimiento, ya que es la Comunidad Autónoma (uniprovincial además) con un mayor número de universidades públicas (6, una de ellas la mayor de España) y el mayor número de universidades privadas (9), y posee la mayor concentración de centros de investigación del CSIC de toda España (43 centros de 130). Sin embargo, ¿Aprovecha todas estas ventajas?
Si analizamos la evolución de la innovación producida en la Comunidad de Madrid y la inversión de las empresas en este aspecto, se puede ver que entre el 2008 y el 2017 se ha producido un descenso del 32% de la inversión de las empresas de Madrid en ciencia e innovación.
Este descenso de la inversión en innovación por parte de las empresas parece deberse a que la política desarrollada en Madrid se ha centrado en la promoción de la investigación para el desarrollo científico, en lugar de potenciar que las nuevas ideas generadas lleguen al mercado. No se ha favorecido que se generen empresas innovadoras, en contra de lo que sí ocurre en el País Vasco, donde durante los últimos años se ha potenciado la innovación empresarial. Aspecto en el que parecen estar de acuerdo los expertos consultados por COTEC para la elaboración del informe “Modelos de Innovación Abierta: Una Aproximación Autonómica”.
Así, del gasto total en I+D+i en Madrid el 60% se corresponde con el gasto empresarial. En el País Vasco el gasto empresarial es mayor al 75%. Lo que ha originado y potenciado la alta propensión de las empresas del ecosistema vasco a apoyarse en la innovación de manera habitual.
Además, el porcentaje de empresas que recibieron financiación local/autonómica para actividades innovadoras en Madrid fue de 0,7%. En el País Vasco es del 11,9%. El porcentaje de fondos públicos para I+D+i dentro del gasto empresarial en I+D+i en Madrid se sitúa en torno al 5,0%, mientras que en el País Vasco se sitúa en torno al 18,0%. El porcentaje de empresas que recibieron financiación estatal para actividades innovadoras en Madrid fue del 2,2%; mientras que en el País Vasco es del 3,9%. Como resultado, el País Vasco cuenta con una red de empresas innovadoras, que están desarrollando diferentes tecnologías continuamente.
Además, en la Comunidad de Madrid no existe ningún organismo, como los Centros Tecnológicos del País Vasco, que favorezca las interacciones entre las empresas (PYMES) y los centros de investigación y Universidades en los que se desarrollan ideas. Estos centros son clave para favorecer los procesos de transferencia tecnológica. En Madrid se crearon, en 2006, los centros de investigación IMDEA, con la idea de que estuvieran orientados a la búsqueda de soluciones innovadoras de aplicación directa en la sociedad. Sin embargo, han acabado operando como meros centros de investigación convencionales. Su única diferencia es una mayor flexibilidad de contratación (de nuevo la precarización como eje vertebrador de la economía).
En el análisis realizado para la elaboración de la Estrategia Regional de Investigación e Innovación 2014-2020 ya se había identificado problemas en la transferencia tecnológica, entre otros problemas que dificultan el desarrollo de un tejido económico basado en la I+D+i: problemas para la formación de empresas de base tecnológica como spin-off, un bajo desarrollo de productos innovadores o una alta dependencia de tecnología de fuera de la Comunidad de Madrid. A pesar de lo cual durante los últimos años (los de aplicación de dicha Estrategia Regional) nos encontramos con los mismos problemas. No se ha producido apenas evolución en este sentido. Y esto está íntimamente relacionado con otro de los problemas detectados en dicha Estrategia Regional: la incapacidad de retener el talento investigador en la región.
La Comunidad de Madrid alcanzó su máximo nivel de inversión en I+D+i durante 2010, el 2,0% del PIB. Sin embargo en 2014, este porcentaje ya se había reducido hasta el 1,99% (Estrategia Regional de Investigación e Innovación de la Comunidad de Madrid). La tercera por inversión en I+D+i, después del País Vasco y Navarra. Y aunque aún se encuentra por encima de la media nacional, que se sitúa en el 1,33%, este descenso ha sido significativo, y ha continuado hasta el 2018, momento en el que la inversión pública en I+D+i ha alcanzado el 1,71% del PIB regional.
Otro aspecto a tener en cuenta está relacionado con el origen de los fondos de los que procede dicha inversión. En este caso podemos ver que de acuerdo con los datos publicados en en la EECTI 2021-2027 la Comunidad de Madrid solo invirtió en el 2018 el 0,72% de su presupuesto a la I+D+i. Lo que supone una inversión un 45% menor respecto a la media de las Comunidades Autónomas. La región madrileña viviría de las inversiones procedentes de la administración estatal, sin hacer un verdadero esfuerzo inversor por su cuenta.
En vista de esto, y particularmente de la evolución de los datos observados durante los últimos años, parece evidente que la I+D+i no es una prioridad en la actual política de la Comunidad de Madrid. La región no aprovecha las enormes posibilidades que tiene gracias a los numerosos recursos procedentes de los distintos centros universitarios y de innovación presentes en la región. Por ello, desde Ciencia con Futuro, creemos que la sociedad madrileña debe aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre si las actuales políticas son las más beneficiosas para la región. Si este tipo de políticas van a favorecer una economía capaz de adaptarse a los futuros retos, a los cambios de mercado. Una economía capaz de competir con las distintas regiones en una sociedad cambiante. Especialmente en el caso de una región que pretende ser ejemplo y se erige como líder económico nacional, pero quizá para eso debería tener una política científica que permita potenciar dicho sector y el desarrollo de nuevas tecnologías e innovaciones en empresas dentro de nuestra comunidad.